Daniel Sánchez Palomo

Queridas gentes:
Yo, Daniel Sánchez Palomo, pintor (o artista plástico, como dicen las modernas) he de confesaros hoy que he pecado de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa…
Me confieso, hermanas, porque soy un gran pecador, de los que ya no quedan. Podrían considerarme un sádico o mucho peor aún… un masoquista. Mi obsesión enfermiza no es otra que la de buscar y disfrutar de manifestaciones artísticas de las más diversas índoles, siempre con el denominador común del sufrimiento, ya sea del emisor o del receptor.
Qué desgracia tan grande disfrutar del sufrimiento ajeno y del propio, qué perversidad no separar el gozo del dolor y encontrar el solaz en las heridas abiertas, si ustedes me quieren entender.